En 1923, un pequeño grupo de los hombres más ricos del mundo se reunieron en el Hotel Edgewater Beach de Chicago, Illinois. Eran la elite de la riqueza y del poder. En aquel tiempo, ellos controlaban más dinero que la cantidad total existente en el Tesoro de los Estados Unidos. Esta es una lista de los que estuvieron allí y lo que a la larga les ocurrió:
Schwab, presidente de la industria independiente de acero más importante: murió en la bancarrota.
Arthur Cutten, el más grande de los especuladores de trigo: murió insolvente en el extranjero.
Richard Witney, presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York: murió poco después de ser puesto en libertad de la prisión de Sing Sing.
Albert Fall, miembro del gabinete de un presidente de los Estados Unidos: se le indultó de la prisión para que muriera en su hogar.
Jess Livermore, el «oso» más grande de Wall Street: se suicidó.
Leon Fraser, presidente del Bank of International Settlements: se suicidó.
Ivar Kreuger, jefe del monopolio más grande del mundo: se suicidó.
Hasta el millonario griego, Aristóteles Onassis, que conservó su riqueza y murió a edad avanzada, reconoció que el dinero no es equivalente al éxito.
El sostuvo que «después que llegas a cierto punto, el dinero pierde importancia. Lo que importa es el éxito».
Tomado de El mapa para alcanzar el éxito. John Maxwell.
Vía Renuevo de Plenitud
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